Defender nuestros valores no significa odiar personas



Hoy día, en nombre de la santísima diversidad y libertad, si dices que 2 + 2 es igual a 4, te acusan de estar lleno de odio y de esto y lo otro. Decirle a una persona que no fume porque eso está mal, no es discriminarla ni tener odio hacia ella. Hay quienes creen que amar a una persona es estar de acuerdo con todo lo que esta crea o haga y que sino, entonces la odiamos; pero respetar la diversidad de opiniones o estilos de vida no excluye el derecho a disentir. Estamos llamados a defender la verdad aunque el mundo entero se nos vuelque encima. Por defender la verdad es que nos persiguen, nos insultan, nos denigran y nos difaman. Por defender la verdad es que precisamente tenemos enemigos a quienes debemos amar. 

Jesús dijo: “ama a tus enemigos” (o contrarios), pero si uno no tiene enemigos (o contrarios) entonces el dicho no vale. “Continúen amando a sus enemigos, haciendo bien a los que los odian, bendiciendo a los que los maldicen, orando por los que los insultan […] Y si ustedes aman a los que los aman, ¿de qué mérito les es? Porque hasta los pecadores aman a los que los aman. Y si hacen bien a los que les hacen bien, ¿de qué mérito, realmente, les es a ustedes? Hasta los pecadores hacen lo mismo. También, si prestan a aquellos de quienes esperan recibir, ¿de qué mérito les es? Hasta los pecadores prestan a los pecadores para que se les devuelva otro tanto. Al contrario, continúen amando a sus enemigos y haciendo bien y prestando, sin esperar que se les devuelva nada; y su galardón será grande, y serán hijos del Altísimo, porque él es bondadoso para con los ingratos e inicuos. Continúen haciéndose misericordiosos, así como su Padre es misericordioso” (Lucas 6:32-36).

El reto está en amar a los que piensan diferente de ti. No hay ningún mérito en solo amar a los que piensan igual a ti, porque como lo dijo el mismo Jesús, hasta los pecadores aman a los suyos.

La tolerancia se practica para los que piensan diferente de ti, no para los que piensan igual. Tolerancia no significa que el otro tiene que creer lo que tú crees, ni que tampoco el otro tiene derecho a expresar sus opiniones.

Debemos tratar de no guardar resentimientos contra las personas, aun cuando estas te insulten. En no llevar las disputas ideológicas de cualquier tipo al plano personal. Todos somos seres humanos hijos de Dios y todas las personas merecen ser tratadas con respeto, dignidad y consideración. Pero si 2 + 2 es igual a 4, no se puede pretender que no tengamos derecho a expresarnos si alguien dice que son 5. Respetamos su opinión, pero no la compartimos.


Nosotros los cristianos estamos llamados a dar testimonio de la verdad por todos los rincones de la tierra y también a defender a nuestras familias del hostigamiento mediático, escolar y político hacia nuestros valores.








-”¡Padres de familia, esto es una guerra, y el campo de batalla es la mente y los valores de nuestros niños!”-



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