La homosexualidad vista desde la antropología social



Ni la Asociación Americana de Psiquiatría ni la Asociación Americana de Psicología afirman que la orientación sexual sea innata. De hecho, según estas mismas instituciones, a pesar de numerosas investigaciones (diferencias hormonales, diferencias en el cerebro, etc.), no se ha podido encontrar ninguna evidencia que sustente el supuesto origen biológico de la homosexualidad.
Pero la clave para resolver el misterio de la homosexualidad no está ni en la biología ni en la psiquiatría ni en la psicología, sino en la antropología. Si estudiamos la orientación sexual a nivel antropológico social, es decir, comparando cómo esta se presentaba en las distintas culturas a través de los tiempos, nos percatamos rápidamente de la verdadera naturaleza de la orientación sexual: tanto la heterosexualidad como la homosexualidad son tabúes culturales o caprichos personales.
Fijénse, los griegos eran bisexuales todos, entendiendo esto como una persona que tiene sexo con alguien de igual o distinto sexo; aunque la definición correcta de la bisexualidad es de alguien que siente exactamente la misma atracción sexual por personas de igual o distinto sexo. Si nos atenemos a la definición correcta de homosexualidad, es decir, alguien que siente mayor atracción sexual por personas del mismo sexo, entonces la mayoría de los griegos eran homosexuales.
Los griegos no tenían el tabú que se nos inculca a nosotros de rechazar la sexualidad con alguien del mismo sexo. Como en aquel tiempo las mujeres no tenían educación ni cultura, sino que solo servían como un objeto para procrear y estar en la casa, entonces era común que los hombres griegos no encontraran en ellas el “amor platónico” (el amor platónico era la contemplación de la belleza interior y espiritual de una persona, y no la persecución de un amor imposible como es popularmente aplicado hoy día). Platón alababa la belleza física de hombres y mujeres, pero Platón le daba más peso a la intelectualidad que a la belleza física y por eso prefería a los hombres. En los simposios o banquetes eran comunes las relaciones sexuales y amorosas entre hombres. Platón y muchos otros escritores griegos escribieron sobre los simposios; pero Platón a pesar de no ser cristiano, practicaba la abstinencia, igual que Sócrates, y muchos otros filósofos griegos. Platón alabó la belleza física e interior de algunos hombres, pero que para el eran solo tentaciones, pruebas de disciplina y autocontrol. Platón promovía la disciplina y la austeridad, y criticaba el desenfreno social de su época en Grecia (típico de las sociedades cuando se vuelven opulentas). Según Platón, la oligarquía degenera en la democracia, donde la libertad y la diversidad son los bienes supremos. Para Platón el hombre democrático es libre de hacer lo que quiera y cuando quiera; es consumido por deseos innecesarios y su vida no tiene orden ni prioridad.

Todavía cientos de años después de Platón, la cultura griega-helenística persistía, y encontramos destacados ejemplos como los de Hipatia de Alejandría (370-416 D.C), directora de la escuela neoplatónica de Alejandría, y la primera matemática y científica de la historia. Ella se mantuvo virgen toda su vida. Sí, Hipatia no era ni pagana ni cristiana (aunque a su escuela asistían tanto paganos como cristianos), pero practicaba la abstinencia, que para ella era una virtud, y purificaba su espíritu.
Pero volviendo al tema de la homosexualidad, si en Grecia esta era normal, y supuestamente esta tiene un origen biológico, entonces, ¿acaso hubo una mutación genética masiva entre los griegos? Entre los romanos la homosexualidad también era común. Y sí, la aceptación cultural de la homosexualidad que nos quieren imponer, no es progresividad, es de hecho, regresividad.
La cosa es más complicada, porque no solo existe la homosexualidad, sino que también existe la bisexualidad. El hecho de que existan este tipo de personas es otra prueba del origen social de la heterosexualidad y homosexualidad. De hecho, como vivimos en una sociedad machista, donde está bien visto que dos mujeres se besen en la mejilla, se tomen de la mano y que se den tratos afectivos más cercanos; la bisexualidad es mucho más frecuente en mujeres que en hombres.
El ejemplo de los travestis es muy revelador. ¿Por qué a alguien le entraría en la cabeza una fuerte obsesión y deseo por vestirse del sexo opuesto? (trastorno de identidad de género). Ningún gen está diseñado dizque para que a alguien le guste tal ropa o no. La cultura es lo que ha determinado como se viste la gente. Dios nos diseñó desnudos, la ropa la pusimos nosotros. Así mismo podemos decir sobre la homosexualidad. La sociedad dicta como debe ser el comportamiento sexual. Esas normas se adquieren fundamentalmente en la niñez y se quedan como un hábito durante toda la vida, pero siempre hay muchos que no captan los preceptos o normas sociales.
Muchos factores sociales aleatorios o casuales ocurridos principalmente en la infancia, pueden ser catalizadores de la homosexualidad y dando lugar a un largo proceso de formación de la orientación sexual que puede llegar en algunos hasta muy entrada la adolescencia, como por ejemplo: muy tempranas iniciaciones de experimentación sexual o toques o frotamientos de partes íntimas entre infantes del mismo sexo (les produce placer aun estando en la niñez); juego con muñecas, exposición temprana a la pornografía, reacciones a rompimientos en la familia o pleitos entre los padres, etc. Hay muchas posibles eventos, cada uno relativamente menor, que pueden configurar todo el panorama. Ver tema: La homosexualidad, ¿se nace o se hace?
Según la Asociación Americana de Psicología: “Las atracciones principales que forman la base de la orientación sexual adulta suelen surgir entre la infancia media y la adolescencia”. Esto significa que si usted le dice a su hijo desde pequeño que dos hombres besándose está bien, entonces con el tiempo inconscientemente ese dicho podría llevarlo a la homosexualidad o bisexualidad. Si usted le dice desde pequeño que eso está mal, entonces lo más seguro no será homosexual (sea consciente o no la determinación de su preferencia sexual).
Todo esto significa que la homosexualidad es un comportamiento que PUEDE SER EXPANDIDO SI SE PROMUEVE.
Dado que no se puede demostrar en un tribunal que la orientación sexual es la condición biológica de una persona (como el ser negro), entonces no se puede alegar discriminación para legalizarla, ya que esta es un comportamiento social, al igual que la poligamia (ilegalizada), el matrimonio grupal o la simple promiscuidad.
No tenemos odio hacia nadie, solo queremos promover el comportamiento correcto: la heterosexualidad. Solo queremos que en las escuelas no se enseñe la homosexualidad. Ver tema: “La nueva materia curricular en las escuelas: la diversidad sexual”.
Solo queremos que las caricaturas infantiles que ven nuestros niños estén libres de la propaganda homosexual (ya hasta en las series de tv de Disney la homosexualidad ha permeado). Si Mickey Mouse sacara un rosario católico, todo el mundo lo criticara. Si besara a otro ratón, todo el mundo lo aplaudiera, y si uno se queja, le dicen que está discriminando como hacían con los negros, porque ellos “nacieron así”.
Nadie está pidiendo que se criminalice la homosexualidad. Son libres de vivir como ellos quieran. Pero la sociedad no tiene el porqué promoverla. Es un comportamiento altamente riesgoso para la salud. Así como también en muchos países y ciudades se prohíbe la promoción de los cigarrillos, así tampoco se debe promover la homosexualidad.

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Otras fuentes:

Alternativamente a nuestros enlaces de referencia en inglés, pueden consultar en español: “Historia de la homosexualidad”, especialmente en la parte: “La edad de oro: Grecia y Roma”, es bastante completo, aquí les dejamos unos extractos: 

-En Grecia la pederastia homosexual masculina era una práctica muy arraigada. Tal práctica no sustituía al matrimonio heterosexual, sino que lo complementaba, tanto antes como durante éste. No era frecuente que los hombres adultos tuvieran relaciones entre sí, aunque había excepciones, como el caso de Alejandro Magno. Lo habitual era que un hombre (erastés) se uniera a un chico joven (erómero). Generalmente la relación comenzaba cuando el amante adulto entraba en la veintena y el chico entraba en la pubertad, manteniéndose hasta que el erastés alcanzaba la treintena y se casaba, aunque podía mantenerse indefinidamente o acabar antes. Esta relación no sólo era sexual, sino que el erastés adquiría un estatus jurídico de tutor, y era responsable de la educación y el entrenamiento militar del muchacho. La pederastia era una práctica principalmente de la clase aristocrática mediante la cual las clases altas transmitían sus valores. Por ser una práctica tan común, la mayoría de personajes históricos griegos mantuvieron relaciones homosexuales a lo largo de sus vidas.

En la Antigua Grecia no se concebía la orientación sexual como identificador social, cosa que sí se ha hecho en las sociedades occidentales en el último siglo. La sociedad griega no distinguía el deseo o comportamiento sexual por el sexo biológico de quienes participaran, sino por cuánto se adaptaba dicho deseo o comportamiento a las normas sociales. Estas normas se basaban en el género, la edad y el estatus social. Algunos estudios indican que existía una marcada polarización entre los roles activo y pasivo, de tal manera que se entendía como un acto “masculino” el papel del que penetraba y un acto “femenino” el del que era penetrado. Así, estaba bien visto que un aristócrata ejerciera el rol activo con las clases socialmente inferiores (jóvenes, mujeres, extranjeros, esclavos y prostitutos), mientras que era motivo de vergüenza que un aristócrata adulto se dejara penetrar. Otros estudios, sin embargo, apuntan a que las relaciones homosexuales serían amorosas, cariñosas y afectivas, argumentando que dichas relaciones eran centrales en la historia griega y la guerra, la política, el arte, la literatura y la educación-.




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