Estrategia equivocada en la lucha por el matrimonio natural


Piénsenlo bien, ¿ustedes han escuchado a algún activista gay, liberal o de izquierda diciendo: “no se nace hombre ni mujer, yo tengo derecho a elegir o ser lo que me de la gana”? Todos los activistas LGTB y simpatizantes, sin una sola excepción, afirman con mucha seguridad que se nace homosexual. Los únicos que promueven la ideología de género hoy día son los mismos cristianos, porque hace mucho tiempo que los liberales soltaron eso convenientemente, para poder decir que se nace homosexual, que no es una elección. 



El asunto de que “no se nace ni hombre ni mujer” (“ideología de género”) lo vienen tratando los cristianos desde mucho antes de que surgiera el lobby gay, en una época en que se luchaba contra el feminismo; pero ahora que se lucha contra el movimiento LGTB, han seguido con el mismito discurso, sin darse cuenta del cambio de circunstancias. No se han dado cuenta de que contra quienes antes luchaban se les han unido, y por lo tanto, están disparando a la nada, porque no hay nadie del otro lado.

Hasta el año 1990 todos los escritores, filósofos e intelectuales de izquierda afirmaban que la orientación sexual no se nace. Entonces se dieron cuenta de que el asunto no tenía impacto mediático ni vendía y decidieron mejor inventarse que la orientación sexual se nace, y en base a esto exigir legalización de homosexuales alegando discriminación, como se hacía con los negros. El asunto vendió. Ahora la mayoría de la gente cree que la homosexualidad se nace y todos los liberales defienden la idea encarnizadamente porque así pueden atacar a los cristianos muy efectivamente.

Los cristianos por su parte, hasta 1990, se la pasaban afirmando que la orientación sexual se nace. Cuando los liberales intelectuales toman a los homosexuales como peones, los cristianos sufren el jaque mate; porque todos los exponentes de la psicología y psiquiatría que siempre negaron que la homosexualidad (pero también la heterosexualidad) naciera, habían sido atacados vorazmente por los cristianos en una época en la que el enemigo eran las feministas.

El argumento del lobby gay no es decir: “no se nace hombre ni mujer, yo tengo derecho a elegir o ser lo que me de la gana”. ¡No! El argumento de ellos es: “yo nací homosexual, no fue mi elección”.     ¿¡Capich!!!!?

Hermanos por favor, facilitémonos las cosas a nosotros mismos, digamos que la homosexualidad no se nace, y que la heterosexualidad tampoco y así podremos ganar los debates. Si quieren convencerse a ustedes mismos, pues digan que una se nace y la otra no, pero si quieren convencer a los cristianos liberales y a los seculares, no pueden decir que una de las orientaciones sexuales se nace y la otra no, porque evidentemente ahí actuarán sus caprichos. O las dos se nacen, o las dos no se nacen. Solo entendiendo y reconociendo la verdadera naturaleza de la orientación sexual, podremos entonces persuadir a tecnócratas del poder judicial y hacedores de políticas públicas a que la educación en las escuelas vaya dirigida a fomentar el comportamiento objetivamente ventajoso y beneficioso para la sociedad: la heterosexualidad; y así evitar la expansión de un comportamiento objetivamente desventajoso para la sociedad: la homosexualidad. Ver tema: ¿Qué hay de malo con la homosexualidad? (aparte de desagradarle a Dios). Debemos hacer entender al público que la homosexualidad es una desventaja social, pero también que esta no se nace, para que no se pueda alegar discriminación; que si usted le dice a su hijo desde pequeño que dos hombres besándose está bien, entonces con el tiempo inconscientemente ese dicho podría llevarlo a la homosexualidad o bisexualidad. Si usted le dice desde pequeño que eso está mal, entonces lo más seguro no será homosexual (sea consciente o no la determinación de su preferencia sexual).

El hecho de que la orientación sexual sea construida socialmente no tiene nada de malo, así como pasa con cualquier conducta humana. Decir que la agresividad no es genética, sino construida, por eso no se deja de desincentivar tal conducta o promover las opuestas. La sociedad puede elegir promover o desincentivar la homosexualidad. Podemos elegir desculturizar nuestra sociedad, o podemos elegir culturizarla; lo último será lo más facilito luego de que el lobby gay no pueda ya hacerse más la víctima. Ver tema: El matrimonio homosexual, ¿una cuestión de derechos o proselitismo? Pero si el lobby gay sigue avanzando sobre la base de la aceptación de la diversidad sexual; la bisexualidad y homosexualidad se expandirán cabalmente en nuestra sociedad, la desculturización será inevitable.
Repetimos: no es contra feministas que estamos luchando. Lo que tenemos que hacer es contradecir el discurso de nuestros oponentes, en vez de fortalecerlos atacando a los exponentes históricos que precisamente negaban lo que nuestros oponentes afirman hoy día.
Freud creía que todos los seres humanos somos bisexuales innatamente, pero que nos convertíamos en heterosexuales u homosexuales como resultado de nuestras experiencias con nuestros padres y otros. Kinsey identificó la homosexualidad a tempranas iniciaciones de experimentación sexual entre infantes del mismos sexo (toques o frotamientos de sus genitales, lo que les causa placer desde edad temprana) como uno de los posibles catalizadores. Esto lo concluyó en base a entrevistas con adultos que recordaban haber tenido estas experiencias en la infancia.
La teoría más aceptada entre los psicólogos y psiquiatras de hoy día, es que sí debe haber un factor genético que pueda abrir las puertas a la homosexualidad o ser catalizadora de esta, pero que no la determina por sí sola, sino que necesita de factores circunstanciales y sociales. Además, es la teoría más sensata y lógica. Y si fuera solo biológica, entonces debió haber una mutación genética masiva entre los griegos. Ver temas: La homosexualidad vista desde la antropología social y La homosexualidad, ¿se nace o se hace?
¿Pero qué es lo que ganamos nosotros hoy día atacando a gente como Freud, Kinsey, Beauvoir, etc. quienes siempre negaron el origen biológico de la homosexualidad? Nada. Solo perdemos. ¿Qué perdemos diciendo que la heterosexualidad tampoco se nace? Nada tampoco. Solo ganamos al contradecir eficazmente el punto central y más sensible de nuestros oponentes.
¿O es que acaso creen ustedes que estamos haciendo las cosas bien, que estamos ganando la batalla? Como van las cosas, en 5 o 6 años ya la mayoría de los latinoamericanos apoyará el matrimonio homosexual.
Así que, por favor, dejemos el reciclaje de discursos y no arrastremos a las nuevas generaciones con los fantasmas del pasado no resuelto, que solo vamos a hundirnos más, y es demasiado lo que está en juego.


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